Un día libre de trabajo, de llegar amanecida con noche de
trago y risa. Con gusto a desabrido el desayuno, la vida esta que vive, la piel
que me respira, que me tiene. Incondicionales se han tornado mis añoranzas, y
me quedo en este mundo, dónde me tiemblan las rodillas y el miedo se anida. Y
si…me extraño loca de remate, con la capacidad inherente de sentir primero y
pensar después de sentir un poco más.
Qué carajo fue? Fue Nacho? Fue el 2012, fue una brujería? Fue
lo inevitable que tarde o temprano define mis caminos? A veces me siento una
infeliz del orto…una insatisfecha de mierda, y tengo ganas de gritar, gritar
tan pero tan fuerte que me agarre faringitis al instante donde ya no pueda
hacerlo más. Esta todo tan quieto, tan desequilibrado, y no puedo conciliarme
las restricciones, no puedo verme.
Viene quien quiere venir, a encerrarme virtualmente en un
páramo de pelotudeses románticas, a
adornarme con girnaldas de halagos vacíos y recurrentes. Yo me dejo guiar, esforzándome por cerrar los
ojos y engañarme, aunque sea por un rato. Pero pasa que cuando uno vivió mucho,
no sirve para la mentira, es alergia, una reacción inconsciente que busca huir
como si la muerte te persiguiera literalmente. Procuro acomodarme bajo la misma sábana, de
dejar entrar un abrazo…pero ya estuve acá, ya me dolió esto, ya fui feliz en
esto… Y lo extraordinario parece que no me lo merezco; que vengas a calentarme
la panza a besos, a curarme la tristeza con cumbia colombiana, a hacerme el amor hasta doblarlo todo entre la
realidad mundana y la magia de las hadas. Tengo tanto hambre de lo
extraordinario sabes… de lo catártico de escucharme enamorada, entusiasmada por
una mirada…y esa ansiedad del cortejo donde mi imaginación fertiliza la vida y
la tiñe de turquesas y amarillos oceánicos. La versión buena, la que fluye como
la bolsa en el viento.
Pero bueno, no fue un
completo desperdicio el día, entre reflexiones pedorras, mucho chocolate
y el ruido de la lluvia intermitente, vuelvo a escribir con algún sentido.
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