La falta de afecto, lazos jamás atados correctamente, la cúspide de la necesidad, porque no fui más que un medio hacia la libertad, y hoy sangra todo en mi. Impunes palabras, las dejo apuntar, mátenme hoy, de todas formas mañana no me verán volver. Corazón deja de latir! Manos no se aferren. Claven la puñalada en mi vientre, que nadie gritará la perdida en este vacío inmundo. Será frío e inerte, el dolor eterno, la ilusión que se destruye con el pasar de las horas en este día gris y enfermo.
Causa y después efecto, culpable yo de los silencios, extensión de la nada, un recuerdo del futuro, de que quizás una mirada fija en los ojos carentes de mundos, haría posible el despertar de los sentidos, de la vida y alegría. Rejunte absurdo, realidad homicida, cuervos se disputan las sobras. Exterminio y una clase de tristeza nueva, imperante la ausencia del gesto, hasta el fondo veo los escombros, las sombras, las caricias macabras de aquello que muerde en el beso. Soy tan prescindible… ninguna cualidad por la cual quedarse a llorar la pérdida, nada que extrañar, o valorar. Prescindible, como un “buen día” para despertarme, o el abrazo para evitar que se quiebren los restos que quedan.