Anochece en mi mirada descolorida. Han caído los parpados pesados sobre los árboles de cemento que resisten la ciudad. Llenas de vacío, las horas tejen días oscuros, donde el invierno hila melancólicos pensamientos, que errando de recuerdo en recuerdo van. La vida esta ganando. Demasiadas lagrimas, demasiada tristeza; me doblego, me rompo de rodillas en el suelo. Sin poder decirte nada, me trago con un calmante la pena. Adormecida la mente, solo el corazón me duele.
Soñé tenerte junto al mar, soñé besarte, tocarte, tenerte por siempre. Pero la realidad me golpeó el rostro sin darme tiempo a reaccionar. Nunca fuiste más que oraciones bien articuladas; vendedor de una ilusión que hoy agoniza en lo más hondo de mi ser.
No pretendo que me creas, pero te hubiera hecho feliz, lo hubiera intentado por lo menos. Supongo que tendrás que vivir sabiendo que te falto fuerza para dejarme entrar y deseo que la culpa no carcoma tus neuronas al caer en la cuenta de tu error.
Fue corta tu espera, frágil tu voluntad. Te sirvieron poco mis mediocres expresiones de júbilo, mis promesas de amor. Asíque haces bien en esconder lo que sos. Mereces algo peor que yo; algo tan real, que se pudra, y contagie a tu imaginación. Algo obsoleto, que no sienta vida, ni muerte, al estar en tus brazos.
Soñé tenerte junto al mar, soñé besarte, tocarte, tenerte por siempre. Pero la realidad me golpeó el rostro sin darme tiempo a reaccionar. Nunca fuiste más que oraciones bien articuladas; vendedor de una ilusión que hoy agoniza en lo más hondo de mi ser.
No pretendo que me creas, pero te hubiera hecho feliz, lo hubiera intentado por lo menos. Supongo que tendrás que vivir sabiendo que te falto fuerza para dejarme entrar y deseo que la culpa no carcoma tus neuronas al caer en la cuenta de tu error.
Fue corta tu espera, frágil tu voluntad. Te sirvieron poco mis mediocres expresiones de júbilo, mis promesas de amor. Asíque haces bien en esconder lo que sos. Mereces algo peor que yo; algo tan real, que se pudra, y contagie a tu imaginación. Algo obsoleto, que no sienta vida, ni muerte, al estar en tus brazos.