Es opresión al dormir,
es frio invadiendo por esa ventana que olvide cerrar,
una calma estática despegandome lentamente
del sueño y el sin tiempo,
el gusto falso de la menta entrando por mi boca de sangre entumecida.
Pierden la cadencia las formas,
parecen extraños esos amantes del pasado,
no hay sentido en el oleaje que guía la barca,
estoy perdida de mi , lejos de todo,
de la destrucción, del orden sin nombre.
En los ojos alfileres,
en la boca el gusto ahumado del beso efímero,
una contractura atada a mi cuello hace las veces de bufanda,
dolor en la calma de mis alas de hada, libertad enjaulada.
Siento, pesa peder el punto en el mapa,
no poder ver al reloj dar la ultima vuelta,
cargar con la culpa de tus miedos
a la espera de que amanezca
y se abran tus ojos al nuevo día.
Pero no llegan las noticias del regreso,
no llega la carta de defunción tampoco,
solo silencio lacerando mis ideas,
rompiendo contra mi buen juicio.
¿Qué decibeles en el mundo harán que su mente despierte?
Yo estoy apagada y sorda,
ya marchitas quedaron las rosas de aquel invierno,
de la inocencia perdida.
Se callaron todos los vientos, no volvieron a verme tus ojos,
ni mi madre sabe de mi, y las mentiras que digo,
en busca del escape, con la tristeza en un bolso
y una sonrisa de plastilina en el rostro.
Una huida más del presente que se repite,
despierto de la vigilia cómodamente anestesiada.