Tan simple el abrazo por la espalda mientras lo cotidiano de lavar platos se torna una caricia bondadosa.
Es tan simple a veces la mejor sonrisa, esa en la que se te ven todos los dientes, y un brillo distinto en la mirada, la luz del día que entra por las horas contemplativas que siempre llegan después del huracán.
Simple alcanzarte adentro y cálido, yo congelada cuando impacté, sin esperarlo, en el beso del encuentro y la reconciliación; te besé con la furia desenfrenada, y una pasión desconocida, te bese con lágrimas en los ojos y se desplomó mi espíritu sobre tu cuerpo blanco. Por minutos tus años fueron los mios, y no supe como despegarme, no quise tampoco. Me permití sentirte de una vez por todas, y decido no mirar atrás, no ver más la peli de terror, o el ballet de la indecisión. Me juego y salto, con la confianza ciega, acepto tus rayes porque quiero más de vos. Sin exigir un mundo trágico u onírico, solo pido la verdad y que saltes conmigo. Simple.