Lo pegajoso del tiempo, eso que no puedo denominar en una palabra. Algo que no me larga, que me permite avanzar hasta ciertos puntos del camino…y luego como un resorte se retrae conmigo a cuestas, me devuelve al momento pasado, a sitios ya vistos hasta el hastío y el flagelo.
Los recuerdos, son pegajosos, la culpa, la tristeza… Amargos dulces con forma de números que me mantienen bajo control dentro de este perímetro infinito de soledad y metros cuadrados. Estoy acostumbrada a retroceder, es ya un reflejo de esa fuerza inercial anestesiarme al sentir los días pasar igual, el mundo cambia rutinario con arrugas y canas, y yo muto en consecuencia, y tanto me mantengo a destiempo que no hayo forma de romper la pared de velcro en la que estoy ahora. Despegarme, quiero correr, vivir sin condenarme a la constante de los usos horarios del humano.
Intento representarme distinta, como si la foto que tengo y debo tomar fuera un mero registro espontáneo. Que mentira más asquerosa, que olor nauseabundo este que destilan mis ideas. Porque estoy exprimiéndome el cerebro por no caer en ideas trilladas, predecibles, mediocres, obvias…Puedo definirme el concepto pero no puedo abstraerme lo suficiente, lo necesario como para que mi foto cobre vida y profundidad. Es lo pegajoso del tiempo que me tiene y me cuestiona, de nuevo en la nada de la creatividad sin imaginación.