Encontrar algo de Verdad. Un señuelo, una sensación, una sospecha, una duda, algo que conmueva, que alegre, que duela.
Algo cierto, oxigena los vestigios de la vendimia ausente,
media sonrisa. Sinapsis de la fragilidad, de la recompensa, porque siempre vas
a venir a doler, a abrir mis compuertas, a dejarme reflexiva y en silencio. A
hacerme sentir viva y fuerte, en las horas donde sobrevivirte es cortar una
cuerda vocal a la vez. Igual me parece de lo más sano, porque me dejas bien en
claro donde estoy, en donde no quiero volver a estar.
Un día me venis a buscar, a mis subsuelos, a mis laberintos,
como si supieras quién soy, como si tuvieras claro cual es el camino. Yo te
agarro la mano, con los ojos vendados, con los pies descalzos. Porque se me
notan los huesos en la piel, tengo hambre de un nosotros, de la ilusión que
siempre supo hacer más llevadera la cruz de la disociación y la ansiedad. Te
extraño, cómo no hacerlo, cómo no pensarte cuando siento que mis pies dejan el
suelo, cuando me lleva el transe de unas flores, o la naturaleza de mi sexo
pide por el tuyo con las manos, con mis lobos aullando a la luna.
Estoy segura que es el curso de las cosas, parte del duelo;
llorar cuando estoy indispuesta, y desear que las cosas fueran distintas. No
recordarte mal, sino hacerlo de forma luminosa, reír al mismo tiempo que
lamento, desquiciarme un poco cuando caigo en la cuenta de que avanzo más lento
que vos, que todo me cuesta el doble. Compararme jaja cómo detesto esa cualidad
mia. Lo hago con amor y bendiciones
porque quiero que seas feliz. Un poco el perdón llega así, vibrando en una
mejor sintonía. Y qué Verdad más cierta
que esta; estamos mejor. A vos se te nota en la poesía, y a mi en la sonrisa.