Un mensaje de texto lo definió todo entre nosotros. No habrá más mails de mi parte, no habrá señales ni banderas de paz, no. Esta mañana dejé atrás la agonía que me representaba quererte como lo hago. No voy a decir que no siento la cabeza ardiendo, como si la tristeza me enfermara físicamente también; los ojos apagados, más negros que de costumbre, secos como desiertos, pero no puedo seguir siendo un mártir de la vida. Demasiadas veces espere por muestras de cariño tuyas, por momentos reales que poder llamar nuestros, pero no llegaron…y hoy es tarde cariño. La mendiga se proclama princesa. Y en mi historia moriste de cobardía.
La noche esta cayendo, la ciudad parece descomprimirse del calor y la muchedumbre. Camino por 9 de julio como aquellos que no quieren regresar a casa, porque el silencio es un despertador para los recuerdos. Siento la pérdida en el peso del aire, algo se rompió en mi interior…una ilusión naufraga hacia las alcantarillas como un barco de papel sin mástil. Estoy vacía, desdibujada.
Me prohíbo llorar esta vez. Se termino! Digo basta, basta para mi, basta de vos! Esta locura que es añorarte hasta los huesos, que es dejarlo todo por tenerte cerca. Mi error recae en brindarme sin pretextos anhelando tontamente que vos algún día hicieras lo mismo. Tonta yo, me maldigo de todas las formas posibles por dejarte entrar tanto, me muerdo la lengua mientras lo hago, porque no concibo un mundo sin tu gracia. Y hoy debo hacerlo, aunque gaste la vida en esta empresa, te voy a arrancar de mi. Aunque se me vaya el corazón en el proceso. Voy a dejar de sentirte.