Hoy no es un grito en silencio, no, es un grito sonoro, desde el estómago, es armonioso y es caótico. No me importa que me escuchen y digan, “ah se volvió loca”. Grito y me siento mejor, grito y el sonido corta con la rabia, la tristeza o la melancolía que me aqueja.
Es terapéutico me atrevo a declarar, en mi caso es necesario. No se me da muy bien contar lo que me pasa, y muchas otras veces tampoco encuentro la forma de encausar esa pasión que me domina y aplaca, sea esa ira que arremete como un tornado contra lo primero que se le cruce en su ruta destructiva, o ese tipo de pena que te deja sin fuerzas tirado al pie de la escalera. En estos casos y en muchos otros lo mejor es gritar señores, si; rezar un rosario de puteadas al mejor estilo De la Rocha , subiendo el tono y la intensidad hasta que tiemblen los vidrios de tu casa. FUCK YOU!
Y aquel que me diga algo se puede ir bien a cagar. A la mierda el silencio ese que te enferma por dentro, a la re mierda esos que guardan la compostura y se tragan la tragedia en pos de las apariencias.