Se fueron, solo se fueron, cada uno por su lado, a los extremos del universo, donde el olvido espera, las ansias de volver a empezar, el perdón que nunca se mostró. Con cara de sorpresa simula el cielo una lluvia de mierda. Que diluvie, sobre esta ciudad seca, por favor que amanezca.
Se fueron nomás, en silencio y en tristezas, con octubre y la primavera, los sentidos apagados, los ojos cerrados. Descienden, el sueño terminó. Se fueron a perderse, a darse abismos, y pensaron y se ilusionaron, minutos aquella madrugada se amaron, ella lo hubiera salvado; del bar precario, el beso agrio. La posibilidad quedó colgada en la luna 23, el error de no saber querer, el egoísmo por sobre la existencia misma, que rompe y genera contradicción. Duelen predecibles resignados.
Lo mismo sintieron, lo mismo se fueron, desentendidos, extraños, dejando en la línea de fuego los corazones ametrallados, sin titubear o mirar atrás, se fueron antes del ocaso. Huyendo de lo espeso, de lo eterno del tiempo, queridos hacen las valijas, no pesan las culpas; el cepillo de dientes, el anillo, las mejores sonrisas, las marcas de la cama, el perfume de las mañanas, los miedos, los amagues, sus gracias, las formas, la magia, la verborragia pegajosa.
En calabaza que nunca es carroza, engaños y ratones pasean, se fueron a darle de comer a los gusanos, y fingir que esta bien así. Se fueron porque no importan, se fueron porque da igual quedarse, se fueron.