En mi domingo no sale el sol, agoniza mi cabeza, la absenta arde en mi boca seca, y mis ojos no quieren despegarse. Tengo olor a tristeza, mi vestido arrugado esta sucio de noche y trago, el maquillaje corrido, las balas de mi pecho duelen. Buenos Aires me cagó a palos, veo todo blanco y negro, escucho ecos de sueños muertos, silencios, inanimados cuerpos se mueven, fantasmas vuelven.
Llega la ambulancia, se lleva una ilusión, luego el seudo ataque de pánico, el contraste fundido a negro, injustificada la herida, antes de tiempo la foto se veló, otra mentira me creyó. En mi domingo soy una mártir total, una puta víctima de las circunstancias. Y me canso de luchar contra molinos de viento, por mi que hoy se terminé el juego.
No puedo con la realidad este domingo, doy vueltas sobre mi eje roto, como la bailarina que alguna vez fui, lo intento, de verdad que si, quiero parar, pero me gana la vida, el mareo inmotivado, el vómito de mi voluntad quebrada y sigo girando, cruzando sin mirar los semáforos, me tiemblan las manos, las venas de mis muñecas se cortan con el riel, el cielo abierto invita, siento adrenalina pero es lenta la caída y la espera; Sangran todos los recuerdos, las sonrisas y los buenos tiempos; sangra la locura, la familia, los amigos, tus ojos Nacho, la fotografía.
Y mientras veo mi vida pasar, me despego despacio, dejo de lado la armadura, para que me levante la brisa, para que me dejen las sombras. Quiero flotar en las entrañas del viento, evaporarme como el mar de enero, volver con la lluvia un día de calor, pintar arcoiris, ser un fotón de luz.
Por eso camino vencida al límite del andén, a los lejos, el punto de fuga, la luz del furgón, mi tiempo venció, digo adiós…