Vino en la sonrisa, aire entre los dientes,
ellos los jóvenes salvajes, salen de noche,
vienen a revolucionar mis adentros,
a desangrarme cada tanto los costados,
las margaritas y lobos muertos.
Rutas entre las sábanas, voy al encuentro,
del azul un buen día, de sus manos en la oscuridad,
una espalda, un corazón de galletitas y pan,
pulmón que corrompe el beso luego,
la garganta cortándose en la tos.
Déjenme un espacio, entre el contraste y la simetría,
entre el negro de mis ojos, y sus pupilas,
la estación de un colectivo, los pasos sincronizados,
la taza de café sin leche, la risa temprana,
entre la enfermedad de mis venas,
la euforia y la melancolía.
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